La pandemia nos ha dejado muchas lecciones. Las primeras tienen que ver con la fragilidad humana, porque la enfermedad ha dejado un saldo mortal enorme en México y en el mundo, y con las reglas de higiene que nos mantienen saludables, pero que a veces se olvidan. También estas lecciones nos enseñan la importancia de vivir bien y con felicidad, porque nunca sabemos cuándo una circunstancia inesperada nos arrebatará la existencia.
Toda tragedia nos enseña a ser mejores. El Covid-19 nos ha hecho más conscientes, pero hoy nos obliga también a ser más productivos. El desplome económico de 2020 nos afectó a todos, no solo a los mexicanos; pero hoy muchos buscamos mejores opciones para trabajar, para emprender y para construirnos una mejor vida.
La naturaleza del ser humano es dejar atrás las tragedias una vez que terminan y volver la vista al frente. Debemos entender todavía el origen del coronavirus y aprender de los errores que cometimos al enfrentarlo. De igual forma, podemos aplaudir el hecho de que en un tiempo muy breve se generaron vacunas contra la enfermedad y pudimos aplicarlas en todo el mundo.
Una de las consecuencias de la pandemia es que muchos tuvimos que trabajar a distancia y aprendimos a hacerlo. No todos los empleos se pueden realizar de manera remota, pero para muchos el encierro fue un curso intensivo en el uso de la tecnología. Ahora esas habilidades nos permitirán ser más competitivos. Eso es aprender de la adversidad.