Hay una infección viral que ha causado gran revuelo en los últimos meses y seguro has oído hablar de ella más de una vez: la Hepatitis infantil aguda.
La preocupación ha aumentado no sólo porque afecta a los niños, sino por el número de casos que se han registrado a nivel mundial en tan solo unos meses. Según datos de la OMS, a finales de mayo, había 650 casos de hepatitis infantil aguda de origen desconocido registrados en 33 países.
“Siempre ha habido casos de hepatitis de origen inexplicable, sólo que antes se trataba de casos muy aislados”, señala el pediatra neonatólogo intensivista Antonio Vega Valdés.
“Lo que ahora está llamando la atención es el aumento en el número de casos en varios países al mismo tiempo y que no se sabe qué lo está ocasionando”.

Vega Valdés, jefe del Servicio de Pediatría y Neonatología del Hospital Ángeles Acoxpa, en la CDMX, explica que hay varias hipótesis que buscan explicar el origen de esta enfermedad, sin embargo, aún no se ha logrado identificar una causa real.
“Una de las teorías indica que puede tratarse de una hepatitis infecciosa causada por un adenovirus del subtipo 41, otra señala que se puede tratar de un tipo de intoxicación como consecuencia de algún medicamento”, explica el especialista.
También han surgido hipótesis que la consideran una inflamación posterior al contagio de COVID-19 o bien, una consecuencia de la vacuna contra este virus, pero esto es falso, pues en la mayoría de los casos registrados los menores no habían presentado síntomas de COVID-19 ni estaban vacunados.
“No se ha podido confirmar el origen de esta infección, los casos se presentan sin una explicación específica, ni una relación con las hepatitis más frecuentes, conocidas como la A, B y C”
Vega Valdés, miembro de la Sociedad Mexicana de Pediatría.
“En México, los casos que se han presentado son aislados y no tienen relación directa unos con otros, así que las probabilidades de contagio son bajas”, agrega.
¿Cómo se comporta?
La hepatitis infantil aguda es una inflamación del hígado que se presenta en niños, y que, al ocurrir de manera rápida y abrupta, se clasifica como aguda.
Los principales síntomas que se identifican son similares a los de una hepatitis convencional como dolor, inflamación, diarrea, vómito, fiebre, coloración amarillenta en la piel y las escleras (ictericia), falta de coloración en las evacuaciones (acolia) y aumento en la coloración de la orina (coluria); puede presentarse o no fiebre”
comparte Vega Valdés, miembro de la Federación Nacional de Neonatología de México.
En la mayoría de los casos registrados, los pacientes tienen menos de 10 años.
“No se trata de alarmar, sino de estar atentos a cualquier síntoma gastrointestinal que puedan manifestar los niños y llevarlos a revisión con un profesional de salud para que realice un diagnóstico de forma oportuna”.
Y aunque no hay ninguna vacuna que demuestre protección contra esta enfermedad, es muy importante que los niños tengan su esquema de vacunación completo, agrega el especialista.
“En cuanto a recomendaciones, el lavado frecuente de manos sigue siendo una de las mejores medidas de prevención, así como evitar el contacto directo con personas enfermas, sólo así se disminuyen las probabilidades de contagiarse”.