Hay dos razones para comer bien. Una es verse mejor; la otra, vivir mejor y con mayor salud.
Mucha gente, sobre todo los jóvenes, quieren verse mejor. Ser atractivo es importante, por supuesto: las personas agraciadas no solamente atraen la atención, sino que logran una mayor confianza en sí mismas. En la adolescencia y la juventud ser admirado por la belleza física puede ser crucial para atraer una pareja y alcanzar una vida familiar feliz.
En todos los rangos de edad, sin embargo, sentirse bien físicamente es importante y a esto ayuda mucho saber comer bien. Quizá el elemento más relevante bajo control del individuo para mantenerse sano es una buena dieta. Mucha gente lo sabe, pero lo olvida en el momento de comer.
Es fácil llegar a obsesiones. Hay quien piensa que debe dejar de comer completamente pan, tortillas, pastas o postres. Una dieta equilibrada, sin embargo, tiene un poco de todo, pero sin excesos. Implica comer pequeñas cantidades de alimento cinco veces al día, sin llevar nunca al cuerpo a sentirse a punto de reventar.
La fisiología humana, desarrollada en cientos de miles de años de evolución en que el hambre era la norma, tiende a hacernos comer aun cuando ya estemos satisfechos. Por eso hay que aprender a limitar la ingesta. Si no, el cuerpo nos hará seguir comiendo hasta el punto en que, en lugar de un beneficio, los alimentos nos dejen una secuela de sobrepeso y de posibles enfermedades.