Las cifras no dejan lugar a dudas. El consumo de drogas ha venido aumentando en México. No podemos seguir pretendiendo que el problema es solo de Estados Unidos o de los países ricos.
En 2002 el 4.1 por ciento de los mexicanos de 12 a 65 años había probado alguna droga; en 2016 la cifra era ya de 9.9 por ciento. El abuso era mucho mayor entre los hombres, un 15.8 por ciento. Estas cifras oficiales llegan solo hasta 2016. Se estima que el número debe haber subido aún más, pero no se ha realizado una nueva encuesta nacional de consumo de drogas.

La información demuestra que la guerra contra las drogas no ha tenido éxito. Ninguna prohibición ha sido exitosa ni hoy ni en el pasado. El problema debe enfrentarse a través de la educación, lo cual es más difícil, pero menos violento. Solo convenciendo a los jóvenes de los males que causan las drogas podremos reducir su uso. De nada sirve amenazarlos.
Las constantes campañas de publicidad del gobierno tampoco han servido. Los jóvenes no aceptan que simplemente se les diga que no deben usar drogas. Necesitan entender por qué. Pueden ayudarlos los consejos bien informados de padres, parientes, maestros y, sobre todo, compañeros de escuela o de trabajo, pero no los sermones ni las amenazas.