Si hablamos de violencia de pareja, es importante poner en la mesa las diferentes formas de prevenirla, detectando sus señales a tiempo
Para poder combatir la violencia, primero es necesario detectarla, identificarla, comunicarla y hacer algo al respecto. Escribir y leer estos pasos es sencillo, pero cualquiera que ha estado en una situación de violencia sabe que llevarlos a cabo representa una gran dificultad, acompañada usualmente de episodios de dolor o vergüenza, algo que muchas mujeres viven.
Como sucede con cualquier misión que parece imposible, dar el primer paso es un avance. En este caso, tener los conceptos claros puede ayudar a muchas mujeres y a la sociedad a atacar la violencia en la pareja, ya sea en el noviazgo, concubinato, matrimonio, unión libre u otra forma de vínculo de pareja.
¿Cuáles son las señales para detectar la violencia de pareja?
Tengámoslo claro, si hablamos de violencia de pareja, tenemos una cuestión de vida o muerte. Para dimensionarlo, el violentómetro es una herramienta muy útil. Se trata de un material didáctico que clasifica las manifestaciones de violencia en pareja. Esta herramienta, creada en la Unidad Politécnica de Gestión con Perspectiva de Género del Instituto Politécnico Nacional, ayuda a visualizar las intensidades de violencia ocultas en la vida cotidiana de las mujeres que pueden confundirse o desconocerse, afirman sus creadores.
En esta clasificación tenemos en un extremo bromas hirientes, chantajes o celos. Si se avanza en la escala, las manifestaciones más extremas son el abuso sexual, violar, mutilar y asesinar. Estos límites no necesariamente llegan en automático, suelen empezar con otras alertas -como caricias agresivas, amenazas, forzar relaciones sexuales- que van escalando. De ahí la importancia de detectar el menor indicio a tiempo porque, al final, sí es un asunto de vida o muerte.

Hay acciones que la sociedad tolera y no por ello son correctas
Muchas veces son actos que, ante los ojos de círculos cercanos como la familia, amigos o colegas de trabajo son aceptables. Quizá los consideramos normales porque crecimos viéndolos en los medios, la escuela o la calle, pero no lo son. El manoseo sin consentimiento no es pasión, golpear “jugando” no es sana diversión, los celos no son muestras de amor, controlar tus ingresos, tus redes sociales o tu apariencia física no son muestras de protección o cercanía; la conducta violenta no es natural del sexo masculino, es algo que se aprende.
Tipos de violencia
Para detener esta normalización, es preciso conocer los tipos de violencia contra las mujeres:
- Psicológica: acto u omisión con impacto en la estabilidad psicológica.
- Física: acto con daño no accidental que lleve a lesiones internas o externas.
- Patrimonial: actos sobre los derechos patrimoniales o recursos afectando la supervivencia de la víctima.
- Económica: control de percepciones económicas.
- Sexual: actos que dañen el cuerpo o la sexualidad de la víctima afectando su dignidad e integridad física.
El panorama es sombrío, pero con información y apoyo, puede cambiar. Si eres víctima de violencia de pareja o conoces a alguien que lo sea, plantearte preguntas incómodas es el primer paso. La violencia en pareja existe, puede llegar disfrazada y aqueja a mujeres de todo el país. Visibilizarla puede ser uno de los mayores actos de valentía a nivel personal y social.