Nunca ha quedado claro por qué el Día de San Valentín ha terminado por ser el Día del Amor. No es un festejo reciente; hay registros de que ya en la Italia de los siglos XIV y XV se realizaba esta conmemoración.
Originalmente el 14 de febrero era la fecha de conmemoración de un mártir llamado Valentín, pero no hay certeza de cuál entre varios que llevaron ese nombre. Uno fue Valentín de Roma, un clérigo, quizá obispo, ejecutado por su defensa del cristianismo. Otro era Valentín de Terni, obispo martirizado cuyas reliquias se conservan en la basílica de San Valentino de ese pequeño pueblo italiano. A ambos se les atribuye haber sido el San Valentín que dio origen al día del amor, a los dos se les festeja el 14 de febrero. Hay otros Valentines, sin embargo, que no pueden ser descartados.
El Día de San Valentín pasó de ser una fiesta religiosa a una celebración del amor. Muchas leyendas se han gestado para explicar por qué, pero ninguna está confirmada. Se afirma que Valentín de Roma celebraba bodas para los soldados romanos, a los que se les prohibía casarse, pero no hay documentación histórica que lo avale. La celebración del amor surgió primero en Italia y se extendió después a Inglaterra, donde desde el siglo XVIII se festejaba la fecha con regalos de flores, chocolates, dulces y tarjetas de felicitación. De allí pasó al resto del mundo.
Es un festejo que ha atraído críticas. La más común, y que comparten otras fiestas, es que se ha comercializado. Efectivamente, es común que el Día de San Valentín haya intercambios de regalos, y los regalos cuestan.
Yo creo que es válido y gozoso celebrar esta fecha y todo el mes de febrero. De hecho, si no existiera el Día del Amor, habría que inventarlo, porque el amor nos hace más felices a todos.