Los mexicanos cada vez nos divorciamos más. No importaría, si no se rompiera muchas veces el vínculo del padre con sus hijos.
Los mexicanos no solo nos estamos casando menos, sino que nos divorciamos más. En 2007 se registraron 595,209 matrimonios en nuestro país. Para 2019 la cifra había bajado a 504,293. La declinación fue gradual, pero clara. En 2020, año en que inció la pandemia, hubo un desplome a 335,563. En 2021 tuvimos una recuperación, con 453,085, pero la cifra estaba todavía muy abajo del nivel previo a la pandemia.
El número de divorcios, mientras tanto, ha ido aumentando. En 2011 fueron 99,509, pero para 2019 la cifra llegó a 160,107. Hubo una caída en el año de la pandemia, a 92,739, pero en 2021 se registró un rebote a 149,675. A pesar de la pausa, sin embargo, y al contrario que lo que sucede en los matrimonios, los divorcios muestran una tendencia al alza. En 2011 había 16 divorcios por cada 100 matrimonios; en 2019, 32. Sí, casi una tercera parte de los matrimonios termina en divorcio.
No inquietaría tanto el número de divorcios si los padres siguieran manteniendo una presencia en la vida de los hijos y los apoyaran emocional y económicamente. Cada vez se ha vuelto más común, sin embargo, que los padres rompan vínculos con sus hijos.
El daño que esto produce a los hijos y a la sociedad es enorme. Las familias necesitan una figura paterna. No importa si persiste el vínculo matrimonial. Es indispensable que el padre esté presente para apoyar a sus hijos en todas las pruebas que enfrentan en el camino a la madurez.