Más que festejar a las madres una vez al año, debemos respetar a todas las mujeres todos los días
Los mexicanos somos sentimentales. Y nuestro sentimentalismo se centra en buena medida en la figura materna.
La cercanía a la madre en nuestra cultura viene desde los tiempos de la Colonia. Muchas familias mestizas se hicieron en la Colonia con un padre español ausente y una madre indígena con presencia constante. Quizá por eso se mantiene ese culto especial a la madre que hacía milagros para que la familia sobreviviera.
Pero independientemente de las razones históricas, lo importante es el intenso amor que la enorme mayoría de los mexicanos tenemos hacia nuestra madre, que de hecho ampliamos a las madres de todo nuestro país. Por eso la celebración del 10 de mayo se ha convertido en un festejo nacional. Ni siquiera ha sido posible en México llevarlo a un domingo de manera fija como se hace en otros países del mundo. Nadie se atreve a tocar ese 10 de mayo de la tradición.
El amor a la madre en México, sin embargo, no se ha traducido a una cultura de verdadero respeto a las mujeres. Todos los hombres en nuestro país expresan un respeto mayúsculo a sus madres, pero faltan al respeto constantemente a muchas de las mujeres que encuentran en las calles. Quizá deberíamos prestar menos atención a un festejo una vez al año y construir una cultura de respeto a todas las mujeres todos los días.