¿Te gusta mucho tu trabajo, pero tu jefe tiene actitudes que te hacen sentir mal, insuficiente o devaluado? ¿Estás en constante tensión por las exigencias que te hace aún en horario fuera de oficina o en tus días de descanso? ¿Sientes agotamiento físico y mental?
Si contestaste sí a una o más de estas preguntas es muy posible que trabajes con un jefe tóxico.
De acuerdo con Érika Oranday, psicóloga y coach de carrera, existen principalmente dos tipos de jefes tóxicos: los demasiado inteligentes que quieren que sus empleados y colaboradores hagan las cosas perfectas y los frustrados que se desquitan con las personas que dependen de ellos.
“Hay jefes que son muy inteligentes, que tienen un CI muy alto, y que eso les juega en contra porque son personas muy exitosas, dueños de empresa, con negocios exitosos que ellos empezaron desde abajo, pero que exigen a los demás hacer las cosas exactamente como ellos quieren”, indica la psicóloga.
En este perfil entra el jefe controlador, el que te devuelve tus iniciativas al más mínimo error y el que invade tu privacidad sin importar que sea fin de semana u horarios fuera de oficina bajo el argumento de que si no estás disponible a toda hora es porque no tienes bien puesta la camiseta.

Hay otro tipo de jefe tóxico, señala la especialista, y son esas personas frustradas con lo que hacen y que quizá están resentidas porque no se les ha tomado en cuenta para promociones y por ello comienzan a desquitarse o a maltratar a sus colaboradores por esa falta de desarrollo personal y falta de habilidades verbales, en resumen: falta de habilidades de liderazgo.
“En ambos casos, los jefes tóxicos son personas que no han desarrollado confianza en sus colaboradores, que tienen miedo a soltar, miedo a que los traicionen, que los roben, que ‘les vean la cara’. Y entonces, o terminan despidiendo gente o la gente sale por su propio pie porque no los aguanta. Hay mucha rotación en empresas donde hay jefes tóxicos”, señala Oranday.
Las alertas
Hay algunas señales de alerta que pueden indicarte si estás ante un jefe tóxico…o que va en camino a ponerse tóxico.
“Un jefe puede iniciar con un comportamiento amable cuando recién la persona llega a la empresa, entonces no se le va a notar que es así al principio. Pero entonces va a empezar a pedir que su gente se quede tarde, que el reporte está mal, va a minimizar el trabajo de su colaborador y al final a los niveles pueden llegar a los gritos o malos tratos”.
Entre las principales afectaciones en la salud que te puede provocar estar en un ambiente de trabajo hostil está el cada vez más común “burnout”, que se manifiesta como una fatiga mental, emocional y física provocadas por altas exigencias.
“Hay personas que reportan ‘burnout’ por trabajar a altas horas, en días festivos, están totalmente desmotivadas. El estrés laboral es muy grave, la persona está presionada porque necesita mantener el trabajo por la necesidad económica pero sus afectaciones de salud pueden llevarla al hospital; he tratado personas que tienen parálisis facial por estrés o que tienen accidentes de tráfico”.

Cómo lidiar con el jefe tóxico
Es muy difícil trabajar por mucho tiempo con un jefe con estas características, señala Oranday. Normalmente quienes soportan a este tipo de líderes son personas que tienen un carácter muy sumiso, muy afable, de cumplimiento, de no salirse de las normas, pero en la mayoría de los casos es la necesidad lo que les hace permanecer.
“Las respuestas que se le pueden dar a una persona tóxica son simplemente hacer lo que piden, como ellos lo piden, pero la verdad es que es insostenible porque estos líderes tóxicos cambian de opinión muy seguido, te piden de una u otra manera un reporte, es muy cambiante, la mayoría de la gente termina renunciado”, expresa.
¿Hay solución?
¿Puede un jefe tóxico cambiar su actitud? De acuerdo con Oranday es muy raro que este tipo de personas se dan cuenta de su toxicidad. Lo común es que no reconozcan que tienen un problema a menos que la situación se torne grave para la empresa.
“Hay una solución que es ponerle un coach personal al directivo o jefe ejecutivo que les pueda entrenar para modificar actitudes, pero el cambio tiene que ser genuino”, afirma.
“La idea es mejorar la actitud, delegar, confiar, es la manera en la que una persona puede ser mejor jefe, confiando en sus colaboradores y dando entrenamiento a quien lo necesite para mantener la motivación y que no haya tanta rotación en su empresa”, recomienda.