En enero escribí sobre lo complejo del entorno para este año que empieza. Los riesgos incluyen la geopolítica global, el desempeño de las economías y lo que se haga en México.
Pero a pesar de que el panorama es complejo y que existen muchos riesgos, eso no quiere decir que nos vaya a ir mal como país.
Mucho depende de las decisiones que se tomen y la manera en que se instrumenten.
Es importante entender que hay problemas por desequilibrios globales que se han gestado. Para regresar a un entorno estable se tienen que corregir.
Cuando se busca corregir un mal normalmente el remedio duele. Pensemos que es similar a un caso médico. El tratamiento de una lesión puede ser doloroso, pero al final viene la recuperación.
Siguiendo con la narrativa económica, como ciudadanos responsables debemos pedir al Gobierno que actúe de manera ortodoxa y que evite salidas fáciles ante la coyuntura.
El problema con las salidas fáciles es que en el corto plazo pueden ayudar, no solucionan el problema y regresan con mayor fuerza. La tentación a seguir este camino es mayor porque se acerca el 2024.
¿Cuáles son esas salidas fáciles? Aquí hay cuatro ejemplos:
- No subir tasas de interés y permitir una mayor inflación. Esto afecta más a la población de menores ingresos y a variables como el tipo de cambio.
- Que el Gobierno se endeude para gastar más con fines asistencialistas y electorales.
- Que se siga frenando la inversión en ciertos sectores por ideas nacionalistas.
- No procurar una buena relación con Estados Unidos, dada la alta dependencia que tenemos de ellos y la oportunidad que hay debido a que muchas empresas de ese país están moviendo su producción fuera de China.
Lo más importante es que el Gobierno actúe de forma responsable en un contexto tan complejo como el actual. Si lo hace, es más probable que nos vaya bien.