Aunque no es lo esperable, todo embarazo conlleva riesgos y hay que saber cuáles son para identificarlos a tiempo.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, alrededor del 15% de las mujeres embarazadas desarrollan una condición que puede poner en riesgo su vida o la del bebé, y que necesita atención profesional.
Ante ese riesgo, recibir cuidados prenatales regulares desde el inicio del embarazo disminuye las posibilidades de tener algún problema.
Estas son las complicaciones más comunes que pueden aparecer en este periodo, así como sus causas y síntomas.
Hiperémesis gravídica o HG
Las náuseas matutinas son comunes en el embarazo y pocas veces pueden volverse algo más agudo. Cuando esto sucede, se clasifican como hiperémesis gravídica o HG. En estos casos, las náuseas se acompañan con vómito, pérdida de peso, deshidratación, sensación de mareo o desmayos.
En ocasiones se requiere hospitalización para recibir líquidos y nutrientes por vía intravenosa. La mayoría de las mujeres mejoran para la semana 20 de gestación, pero hay casos en los que esta condición dura todo el embarazo.
Diabetes gestacional
Este tipo de diabetes surge solo en el embarazo. Debido a los cambios metabólicos, las hormonas que produce la placenta pueden inhibir la producción de insulina y elevar los niveles de azúcar en la sangre. No suele ser grave y los valores de glucosa vuelven a la normalidad después del parto. Como prevención, se sugiere llevar una alimentación saludable y hacer ejercicio físico moderado.
Preeclampsia
Cerca del 7% de las embarazadas presentan esta condición, por lo general primerizas. El riesgo aumenta si se padece hipertensión, diabetes, obesidad o enfermedades renales. Se trata de la elevación en la presión sanguínea que deriva en hipertensión y falla renal o de otros órganos. Se presenta después de las 20 semanas de gestación y los síntomas son dolor de cabeza, hinchazón de manos y cara, dolor abdominal, presencia de proteínas en la orina y visión borrosa. Puede ocasionar un parto prematuro.
Placenta previa
Es cuando la placenta obstruye total o parcialmente el cuello uterino dentro del útero. Se manifiesta con sangrado durante el segundo o tercer trimestre del embarazo. También puede haber casos en los que no se presenten síntomas.
Dependiendo la gravedad, puede sugerirse menos actividad física y más descanso, reposo total o internamiento de la paciente.
Desprendimiento de placenta
La placenta debe separarse del útero en el momento del parto. Sin embargo, hay ocasiones en que lo hace de forma prematura, cuando el embarazo aún no llega a término. Esto provoca menos cantidad de oxígeno y nutrientes para el bebé en formación. Se presenta más en mujeres fumadoras, hipertensas, embarazos múltiples o con antecedentes de placenta previa en otros embarazos. La mayoría de estos casos terminan en parto prematuro.
Anemia
Se presenta cuando el conteo de glóbulos rojos es menor de lo normal. Se manifiesta con debilidad y cansancio, palidez, mareos y falta de aire. A una mujer embarazada se le recetan suplementos de hierro y ácido fólico, buscando mantener niveles saludables de glóbulos rojos en la sangre. Una anemia grave aumenta el riesgo de parto prematuro, bajo peso del bebé al nacer y depresión postparto.
Parto prematuro
Se le considera prematuro cuando inicia la labor de parto antes de las 37 semanas de embarazo. Se manifiesta con aumento de la secreción vaginal, presión pélvica y calambres, dolor de espalda que se extiende hacia el abdomen y contracciones.
Se pueden administrar medicamentos para evitar que el trabajo de parto avance y reposo absoluto.