En estos tiempos la política se confunde cada vez más con el mundo del espectáculo. No son electos necesariamente los mejores, sino los que compran más publicidad. El atractivo físico, la labia y el carisma personal se han convertido en factores más importantes que la inteligencia, el conocimiento o las propuestas de políticas públicas.
Esto es un error. No podemos escoger a nuestros gobernantes y legisladores de la manera en que seleccionamos a nuestra actriz favorita en una telenovela. Una de las razones por las que México es un país pobre, a pesar de los enormes recursos naturales y la capacidad de trabajo de nuestro pueblo, es porque hemos tenido malos gobernantes durante mucho tiempo. Por eso es tan importante contar con buenos gobernantes, con el fin de que nuestro país pueda tener un mejor desarrollo económico y social. El voto importa porque nos permite elegir a mejores gobernantes y eso influye sobre la prosperidad de nuestras familias.
Los mexicanos tenemos una gran responsabilidad al decidir nuestro voto. Es importante que conozcamos cuáles son las propuestas de los candidatos para saber si serían adecuadas para nuestro país. No debemos escogerlos por su cara bonita o por las payasadas que hagan frente a las cámaras de televisión. Tampoco debemos permitirles que compren nuestro voto con dádivas que pagan con el dinero de nuestros impuestos. Eso es corrupción.
Es verdad que los políticos mienten en campaña con el afán de conseguir el voto. Pero los ciudadanos tenemos la obligación de estudiar lo que prometen y de determinar si realmente van a impulsar políticas que ayuden al país.
