Enero es el comienzo de un nuevo ciclo. Una tradición es hacer propósitos de año nuevo para cambiar algún comportamiento y mejorar.
Hay muchos tipos de propósitos. Unos ligados al bienestar físico como bajar de peso o hacer más ejercicio. Otros para ser una mejor persona como bajarle al mal humor.
También están los relacionados con el bienestar financiero. En esta dimensión ahorrar más es uno recurrente.
La fecha de inicio de un ciclo permite a las personas plantearse que hay un nuevo comienzo y que se puede cambiar. El inicio del año cumple con lo anterior.
Los propósitos ayudan y orientan, pero el éxito no está garantizado. Es conveniente complementar la narrativa con algo más.
Para cumplir los propósitos es indispensable cambiar hábitos, lo cual es difícil. La razón es que un hábito es algo que se hace en automático. Se requiere de un nuevo comportamiento que se haga igual, sin pensar.
La fuerza de voluntad es clave. Típicamente los malos hábitos tienen un beneficio inmediato con una consecuencia de largo plazo. Los buenos hábitos tienen un costo que es hoy.
Cumplir con el propósito de ahorrar más implica cambiar de hábitos. En concreto no gastar el dinero hoy.
Dos amigos platicaban el 1 de enero sobre sus propósitos. Los dos tenían en su lista ahorrar más. Preguntó el primero: “¿Cómo le vas a hacer? Yo cada año me lo propongo y no puedo”.
El truco es lograr un nuevo comportamiento, contestó el amigo. “Me comprometí a hacer ahorro voluntario en mi AFORE con un cargo automático a mi cuenta de nómina. ¡Voy a ahorrar a la fuerza!”. Para finalizar, agregó: para dejar de ahorrar requiero hacer un trámite y mi compromiso personal es no hacerlo”.