El verdadero Juárez nos enseñó a luchar por la prosperidad con educación y trabajo
Marzo no solo es el mes de la primavera, sino también del natalicio de Benito Juárez. Hoy más que nunca debemos entender las lecciones que nos dejó.
La de Benito Juárez es una historia de lucha y tesón. En un país con tanta discriminación como el nuestro, este indígena utilizó la educación y el trabajo para convertirse en abogado, Gobernador de Oaxaca, Presidente de la Suprema Corte y, finalmente, Presidente de la República.
Hagamos a un lado la historia oficial, que ha convertido a Juárez en una simple estatua de bronce con unas frases aisladas. Juárez fue un político controvertido y muchas veces cuestionado. Lo importante es que estuvo dispuesto siempre a involucrarse en los esfuerzos por construir una mejor sociedad.
Juárez era un verdadero liberal. Rechazaba, por ejemplo, los usos y costumbres de las comunidades indígenas porque estaba convencido de que éstas debían transformarse con libertad, educación y trabajo. No pensaba que la solución a sus problemas radicara en vivir de la caridad. Para lograr una mejor vida, tenían que comprometerse en los esfuerzos por construir una mayor prosperidad.
Los liberales del siglo XIX, como los de la actualidad, creían en la libertad individual. Entendían que para salir adelante cada persona tenía que trabajar con la mirada puesta en el futuro. Juárez y los liberales creían en el trabajo y la educación, no en un gobierno que controlara la vida de las comunidades y los individuos y les regalara dinero para evitarles la responsabilidad de tomar sus propias decisiones.