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¿Qué hay detrás de una disculpa?
Pedir disculpas no siempre garantiza un perdón definitivo, pero ¿Qué alimenta la necesidad de disculparnos?
“Amar es nunca tener que pedir perdón”. Esta frase protagonizó la famosa película “Historia de Amor”, en los años 70. Sin embargo, hoy en día este mensaje no podría estar más equivocado.
La realidad es que uno sabe cuando ha hecho mal, cuando su comportamiento o forma de ser ha dañado a alguien, y eso, por más que queramos ignorarlo, genera una culpa que sólo un perdón o una disculpa pueden siquiera empezar a enmendar.
De acuerdo con Ernesto Chávez Luna, psicoterapeuta existencial por el Colegio Iberoamericano de Estudios Existencialistas y Humanísticos, la clave está en reconocer el daño a la persona, ya que no es lo mismo ofrecer una disculpa que pedir perdón.
Por otro lado, el pedir perdón suele venir del daño ocasionado por una característica propia, agrega el psicólogo. Por ejemplo, ser mentiroso, cruel, malvado, indiferente, abusivo, burlesco, arrogante, etc.
El que perdona se coloca en una posición moral superior al perdonado, quien además suele experimentar vergüenza, asegura Chávez Luna. Por ello resulta más difícil pedir perdón que ofrecer una disculpa, porque uno cede el poder moral ante ello.
Ahora, si bien generar una disculpa o pedir perdón implican un cierto golpe al ego, esta no es la única razón por la cual resulta tan difícil dar estos pasos.
“No pedir perdón puede venir del miedo a no ser aceptado, al rechazo, y la vergüenza de reconocer que generé daño a alguien, porque la visión de uno mismo cambia ante esto, nos llegamos a sentir como alguien malvado y nos martirizamos por ello”, comentó el psicólogo.
El ofrecer una disculpa y pedir perdón de manera sincera implica la validación del otro, reconocer sus sentimientos, pero no son palabras mágicas que enmienden el daño. Éste es el principal error de muchos.
La clave, entonces, es conciliar vínculos y para ello se requiere reparar el daño, lo cual no se logra de un día para otro ni con un acto simbólico, sino que se trabaja de manera constante y bilateral a partir del entendimiento de que el evento en cuestión es valorado de diversa manera por cada uno de los involucrados y que su sanación parte de un compromiso de ambas partes.
Cuando ofrecemos disculpas o pedimos perdón, nos colocamos en el presente, porque ambos eventos nos remontan a una situación en el pasado. Por eso resulta tan importante dar este paso, para evitar acumular resentimientos.
“Contrario a lo que se cree, el resentimiento no necesariamente es enojo o tristeza”, explica Chávez Luna, “el resentimiento es estar rememorando la situación en la que estuvimos, ya sea en la que nosotros infligimos un daño o fuimos víctimas de un daño. De ahí viene el término re-sentir o volver a sentir”.
Vivir en el pasado no es vida, aferrarnos a estos sentimientos de culpa puede traer consecuencias físicas como insomnio, cefalea, gastritis o colitis.
Así que cuando se ama de verdad, pedir perdón o disculparse de corazón es el primer paso para una relación sana, en la que se reconocen, validan y valoran los sentimientos del otro. Sólo así se puede intentar reconstruir el vínculo que se ha dañado o se ha roto.
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